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Cansada de darme de ostias contra la misma piedra,
que se va reencarnando en cada camino por el que paso,
he elegido detenerme en este arroyo,
montar una casita y en él echar raíces,
libre

Despertar

Y de repente un día,
como cualquier otro,
al despertar descubres
que ha sido en mis sueños
de la manera mas simple,
donde hoy
después de tanto tiempo
he sido capaz de cargarme a ese monstruo.

Que ya no tengo miedo a mis pensamientos,
que mis ideas y voluntades están planeando volver a ser amigas.
Que los deseos que un día hicieron retorcerme de la culpa,
son hoy, solo recuerdos pueriles
de un tiempo en el que la osadía
fue pararse a admirar
un oasis en el desierto.

Porque los pecados del pasado
son temario del curso anterior.
Lecciones,
en las que me gradué cum laude
Qué además, ya estamos septiembre y toca empezar un curso nuevo.

Y que haya sido un sueño
lo que me haya hecho
al fin
despertar.

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La forma de su corazón

Mi corazón es puntiagudo,
lo tengo helado y va a ritmo lento
en un ataúd de cristal dentro del pecho,
impoluto, intacto, inalcanzable.

Llevo décadas escondido dentro de mi propia vida,
parando corazones bajo comando
para no poder sentir que el mío solo trabaja bajo servicios mínimos
desde que el de ella, hace décadas, dejó de latir.

Pero Matilda llegó con un trapo. Y sin pedir permiso
limpió el polvo de la vidriera,
y descubrió que mi corazón no es frío ni puntiagudo,
esa no es la verdadera forma de mi corazón.

Miró mi pecho y vio que eso era sólo el ataúd
y que mi corazón antes azul
falto de aire,
estaba dentro,
tornando carmín
latiendo cada vez más rápido,
lleno de luz.

Cómo no la iba a querer,
si en una vida de guerra
ella me había traído paz,
a Marilyn, a Chaplin y a Madonna.

Cómo no me iba a querer,
si en una vida de golpes,
en mi había encontrado el abrazo,
el maestro, el guardián, el amor.

Y aunque lo que mal empieza mal acaba,
Yo le di la oportunidad de un comienzo justo
Y ella le dio sentido a mi final.

Y nada podría haberme hecho más feliz,
que mi última palabra, agonizante, fuera su nombre.
y su primer acto, por fin liberada, fuera en mi honor.

Nudos en la garganta

Este vacío que crece cada día un poco más sin darme cuenta,

Este agujero negro que atrapa todo lo que encuentra,

Éstas ganas de acabar, este cansancio de tanto esperar, de pretender, de sonreír pero no estar.

Este peso en el pecho que me ahoga y ya no me deja respirar,

Y yo ya no quiero respirar,

Nunca más.

Cuentos para no vivir

Me cuentas historias de miedo,
de fantasmas encerrados en castillos,
casas encantadas,
brujas que comen niños.

Y no sabes que a esta niña tonta ya nada le asusta,
que ha bajado a los infiernos,
y cada noche,
bailado entre tumbas.

Que la muerte es su amor platónico,
y los fantasmas no la dejan sola ni en las sombras.
Que su brujería la dejó ciega aún con los ojos abiertos,
que no hubo hechizos de magia blanca que iluminaran su alma.

Y hoy me vienes con leyendas que me hagan mirar bajo la cama,
pero no sabes que no pueden molestarme tus cuentos para no dormir,
cuando mi vida hace tiempo se ha convertido en un cuento para no vivir.

Veneno lento

Emponzoñaste lentamente mi alma,
arrancaste de raíz mis sueños,
cubriste de negro mis sonrisas,
okupaste para siempre mis recuerdos.

Desgraciaste mi vida, mis plantes, mis futuros,
trituraste con malicia mi inocencia.
Perdida entre mil mares nauseabundos,
me condenaste a divagar como un fantasma.

Pobre estúpida, crédula de cuentos de princesas,
hoy quedo sucia,
sola,
vacía.

Con las entrañas partidas y llena de ilusiones en piezas.

La primera vez

Era tan bondadoso y paciente que cuando lo enfadaba,
después de exponer valiente su puño a 2 milímetros de mi cara,
solamente lo estrellaba contra la pared,
contra la columna,
contra la puerta,
contra la ventana.

Pero hubo un día en el que agoté su paciencia,
y en medio de un ataque de pánico en que el que me costaba respirar,
mis suplicas por que me dejara salir a coger aire a la calle colmaron su paciencia
y cansado de mi actitud de potra rebelde,
decidió callar mis grutos cruzándome la cara.

Mis ojos orbitantes bajaron la cabeza aterrados.
Mi mente quedó en blanco.

Mis entrañas escucharon el crujir del cristal de mi alma.